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Como los salvajes

Es inevitable. Cada vez que estamos cerca de las elecciones, se nos viene encima la consabida avalancha de mitos estadísticos. Que si los hispanos se inclinan por cierta causa. O los afroamericanos no favorecen a este o aquel candidato. O harán fracasar determinado empeño político. Los expertos pontifican: sin el voto hispano nadie ha ganado una elección desde el año tal, o sin el respaldo de los afroamericanos no hay candidato que se haga con el voto en el estado más cual. Igual ocurre con otros grupos: las mujeres, los evangélicos, los ancianos, la generación del milenio... Cada grupo de votantes se define como crucial, ¡y ay de quien ofenda a uno solo de sus miembros! Ya le pasarán la cuenta en los comicios. Se diría que nadie en Estados Unidos vota solo. El día indicado, llegamos supuestamente a las urnas acompañados de millones de nuestros hermanos gemelos y mágicamente votamos por idénticos candidatos. ¡Hispanos! ¡Afroamericanos! Never mind que no existe un país llamado Hispania, ni una nación conocida como Africa. Usted se inscribe para votar en EEUU y automáticamente queda inscrito en uno de estos grupos e inevitablemente será objeto de escrutinio y pronóstico. Eso sí, no espere que de igual manera alguien prediga cómo votarán esos a quienes llaman blancos-no-hispanos, porque ésa es gente rara, según esta línea de pensamiento. Gente que vota por sus ideas y el candidato que mejor le parece. Nosotros, de acuerdo con los expertos, votamos por sangre, por raza, por tripa y pura emoción. Como los salvajes, vaya. Ni más ni menos.

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