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Puro vapor

La campaña política de Hillary Clinton parece estar evaporándose más rápido que los e-mails de su embozado servidor ¿personal? La ex primera dama de Estados Unidos anda oculta en largas y discretas caravanas de SUVs; responde a las preguntas de los reporteros con sarcasmos y evasivas; risitas, chistes e insinuaciones que casi nadie entiende; y por más que insiste en defender su integridad, las encuestas no cesan de repetir el sentir de los electores: la buena señora no es de confiar. “Algo esconde”, se dicen, mientras otros sondeos la colocan por debajo de al menos un par de políticos

republicanos. Incluso Donald Trump anda ya pisándole los talones. Igual que el FBI, por cierto, que tiene el famoso servidor en su poder y asegura que podrá encontrar cualquier cosa que hubiesen borrado en él. ¡Y esta es la candidata “invencible” cuyas bondades el Partido Demócrata no se cansa de proclamar a los cuatro vientos! ¿Se imaginan? Eso sí, llegado el caso no sería el único político en librar una campaña presidencial desde la cárcel. Hay un antecedente muy significativo, el del socialista Eugene Debs, en 1920. Como presagio, sin embargo, este antecedente resultaría funesto. Debs perdió esas elecciones al obtener apenas poco más del 3% de los votos.

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